UNIDAD 3
GORANCHACHA:
Hace
muchos años, el Sol quiso rencarnar en una mujer chibcha, por lo cual, todas
las mañanas las mujeres desnudas esperaban la concepción a través de los rayos
del astro rey.
Sin embargo, los indígenas
conocieron luego, que el sol quería enviar sus rayos a una doncella del pueblo
de Guachetá, quien habría de parir lo que concibiese de los rayos divinos,
quedando virgen.
En toda la región se conoció la
noticia, la cual fue acatada por las dos hijas doncellas del cacique de
Guachetá, deseosas ambas de que sucediese el milagro. Todos los días a la alborada,
las hijas del cacique se salían del bohío de su casa y se subían a un cerro
cerca del pueblo para esperar la salida del sol por el oriente. Ellas se
acostaban desnudas frente al sol, esperando que las pudiese fecundar con sus
rayos.
Una de las doncellas de Guachetá
apareció embarazada y al cabo de nueve meses parió una esmeralda muy grande y
muy rica. La princesa la tomó y la envolvió en unos algodones, la puso entre
los pechos durante varios días, hasta que al fin, la esmeralda se convirtió en un
niño él que llamó Goranchacha, hijo del sol.
Cuando cumplió sus 24 años, el hijo
del sol se dedicó a recorrer el territorio chibcha predicando las sabias
enseñanzas de Bochica y convirtiéndose en profeta. En la corte de
Ramiriquí, en Sogamoso y demás pueblos del altiplano Boyacense, Goranchacha era
recibido como hijo del sol y predicador religioso.
Cuando el hijo del sol tuvo
conocimiento del castigo que el cacique de Ramiriquí le había infligido a uno
de sus acompañantes, regresó a la entonces capital de los Zaques, le dio muerte
al Cacique y asentó allí su corte, tomándose el poder por la fuerza. Escogió
los criados para su servicio y entre ellos al pregonero, un indio con una gran
cola, que se convirtió en la segunda persona del pueblo.
Goranchacha gobernó con un gran
rigor; tenía castigos, aún para cosas muy leves. Cambió en forma definitiva la
capital de los Zaques, que inicialmente era Ramiriquí, por Hunza. Se transformó
en un verdadero dictador, el primero en estas tierras aborígenes.
El hijo del Sol mandó construir en
Hunza un templo para rendirle culto a su padre; para ello mandó traer piedras y
columnas de los lugares más distantes de sus dominios. Contaban los Hunzas que
nunca pudieron ver las caras de quienes traían las piedras, por llegar con ellas
de noche.
Goranchacha hacía venerar muy
frecuentemente al sol en su templo de piedra y cuentan las tradiciones que
hacía fiestas especiales con procesiones desde el cercado de Quimuinza hasta el
templo del sol. La procesión seguía un camino tapizado con mantas finas y
pintadas. Duraba tres días de ida, tres días de oración y tres días de regreso.
Un
día el pregonero reunió a todos los Hunzas en un lugar, e hizo que Goranchacha
les hablara de la esclavitud que tendrían en el futuro, pues vendría gente fuerte
y feroz que les habría de maltratar y afligir con sujeciones y trabajos. El
gran Chacha se despidió de los Hunzas y les dijo que se iba para no verlos
padecer, y después de muchos años volvería a verlos. El Zaque entró al cercado
y desapareció en forma definitiva, pues nunca más lo vieron. El pregonero con
cola de león, delante de todos, estalló y se convirtió en humo hediondo, dando
así la última despedida.
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